miércoles, 21 de mayo de 2025

Auditoria energética

La auditoria energética 

El ahorro de energía y su eficiencia es una cuestión clave tanto para las empresas e instituciones públicas como para las viviendas privadas. Entre las herramientas básicas para lograrlo, figura la auditoría energética, un recurso cuyo principal objetivo es analizar y diagnosticar el flujo de energía de un determinado inmueble, instalación, industria o procedimiento para determinar su consumo y opciones para reducirlo, con el consecuente ahorro económico y energético.

Analizar el estado de las instalaciones eléctricas, saber el consumo real de cada aparato, conocer el coste de producir un determinado producto. Estas son algunas de las cuestiones que es posible definir con una auditoría energética. Una buena auditoría energética no aporta datos de forma genérica, sino que se adapta a las particularidades de cada edificio/empresa/proceso para determinar sus necesidades, gasto real, parámetros con mayor incidencia y medidas a implementar para reducir el consumo.

Estas auditorías ayudan a disminuir costos operativos, reducen el impacto ambiental al disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero y, en algunos casos, ayudan a cumplir con normativas o certificaciones como la ISO 50001. Además, fomentan el uso eficiente de recursos y promueven una cultura de ahorro energético dentro de las organizaciones o comunidades.

¿Para qué sirven las auditorías energéticas? 7 beneficios estratégicos 

Como has podido comprobar, las auditorías energéticas sirven para medir, evaluar y potenciar la eficiencia energética de las empresas-objetivo. 

Los perfiles con obligación de realizar una auditoría energética han de llevarla a cabo cada 4 años a contar desde la fecha de la realizada con anterioridad. Este proceso debe cubrir un mínimo del 85% del consumo total de energía de las instalaciones de la empresa situadas en el territorio nacional. Así las cosas, los beneficios de una auditoría energética son cuantiosos: 

  • Reducción de los costes energéticos, ya que se identifican las áreas de mejora para no desperdiciar energía, se aplican soluciones para maximizar el ahorro. 
  • Optimización del rendimiento de los equipos y sistemas.
  • Mejora de las condiciones laborales, dado que la eficiencia energética no solo se enfoca en la reducción de costes, sino en mejorar el funcionamiento de los sistemas para un mayor confort de las instalaciones y los procesos. 
  • Cumplimiento normativo que facilita la obtención de certificaciones energéticas como la ISO 50001.
  • Reducción de la huella de carbono y fomento de las energías renovables. 
  • Incremento de la competitividad al generar ahorros que pueden invertirse en innovación en la empresa. 
  • Mejora de la imagen corporativa y reputacional por el compromiso con la sostenibilidad que se traduce por la atracción de talento, pero también de inversionistas y clientes preocupados por el medioambiente.
En cuanto al impacto directo, el porcentaje de ahorro que se puede lograr después de implementar las recomendaciones de una auditoría energética varía según el tipo de instalación y su nivel de eficiencia previa. En promedio, en viviendas los ahorros pueden ir del 5 al 20%; en comercios, entre el 10 y el 30%; y en el sector industrial, los ahorros pueden superar el 40% si existen muchas oportunidades de mejora. Respecto a la frecuencia con la que deben realizarse en México, no hay una ley general que obligue a todos los sectores, pero sí existen recomendaciones. Para hogares y pequeñas empresas se sugiere realizar una auditoría cada 3 a 5 años. En comercios medianos o grandes, cada 2 a 3 años. Y en industrias o instalaciones con alto consumo energético, lo ideal es hacer una auditoría cada 1 a 2 años. Además, si una organización forma parte de programas de eficiencia energética promovidos por la CONUEE o busca certificarse en sistemas de gestión energética, las auditorías pueden ser requeridas con mayor frecuencia.

Conclusión

En conclusión, las auditorías energéticas son una herramienta esencial para mejorar la eficiencia en el uso de la energía, reducir costos operativos y minimizar el impacto ambiental. Su implementación permite identificar oportunidades concretas de ahorro y optimización en todo tipo de instalaciones, desde hogares hasta grandes industrias. Aunque no son obligatorias para todos los sectores en México, su realización periódica  adaptada al nivel de consumo y tipo de actividad es altamente recomendable. Adoptar esta práctica no solo representa un beneficio económico, sino también un compromiso con la sostenibilidad y el uso responsable de los recursos energéticos.