España demuestra que la transición energética es posible mientras México se queda en el discurso
Esta semana España alcanzó un hito histórico en generación de energía renovable que debería hacer reflexionar a México. Según los últimos reportes, el país europeo logró que el 72% de su electricidad proviniera de fuentes limpias en un solo día, un porcentaje que duplica con creces el mejor escenario mexicano.
Los números no mienten
Mientras España generó el 35% de su energía mediante parques eólicos y otro 28% a través de plantas solares, México apenas alcanza el 8% en energía eólica en sus mejores días y un raquítico 5% en solar. La diferencia es abismal, especialmente cuando nuestro país cuenta con recursos naturales mucho más abundantes. España tiene menos horas de sol anuales que la mayoría de nuestro territorio y menos zonas con vientos constantes, pero supo aprovechar lo que tiene.
El modelo español
La clave del éxito español radica en tres factores fundamentales: primero, una política energética clara que permite la participación de inversionistas privados sin demonizarlos; segundo, una descentralización que empodera a regiones y municipios para generar su propia energía; y tercero, una apuesta decidida por tecnologías emergentes como el hidrógeno verde.
Mientras tanto, en México seguimos estancados en debates ideológicos sobre si la energía debe ser exclusivamente estatal, mientras quemamos combustibles fósiles como si el cambio climático no existiera. Nuestra matriz energética sigue dependiendo en más del 60% de fuentes contaminantes, y los proyectos renovables enfrentan una burocracia asfixiante.
Casos emblemáticos del atraso mexicano
El parque solar de Sonora lleva una década en trámites. Los proyectos eólicos en Oaxaca enfrentan resistencia no por su impacto ambiental, sino por la falta de beneficios reales para las comunidades locales. Y mientras la Comisión Federal de Electricidad insiste en mantener obsoletas plantas termoeléctricas, los ciudadanos pagan cada vez más por una energía sucia y cara.
El futuro es hoy
España no es perfecta. Tiene sus propios desafíos técnicos y políticos. Pero su ejemplo demuestra que la transición energética no es una utopía, sino una realidad alcanzable con voluntad política y una visión clara.
México tiene todo para ser potencia en energías limpias: sol, viento, recursos geotérmicos y capital humano. Lo que nos falta es decisión. Mientras sigamos postergando esta transformación, no solo perdemos oportunidades económicas, sino que ponemos en riesgo nuestro propio futuro ante la crisis climática que ya está aquí.
La pregunta no es si podemos, sino si tenemos la voluntad de hacerlo. El tiempo para actuar se agota.